
Los Estados tienen la obligación primordial de prevenir y castigar el genocidio (...). También insto a todos los gobiernos a que la apliquen plenamente y exijan responsabilidades a los perpetradores.
António Guterres, Secretario General de la ONU

El genocidio es una abominación y un crimen atroz. Todos los Estados tienen la obligación solemne de prevenirlo y sancionarlo.
Ese fue el compromiso que el mundo asumió al aprobar la Convención para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio en 1948, con la promesa de que ningún grupo sería eliminado por su nacionalidad, etnia, raza o religión.
Nuestra promesa fue “nunca más”, pero esa promesa corre peligro en demasiados lugares. Los conflictos violentos, la falta de rendición de cuentas y las tecnologías digitales que amplifican el odio y la desinformación reavivan el riego de genocidio.
Los Estados tienen la obligación primordial de prevenir y castigar el genocidio, y pido a los gobiernos que aún no lo hayan hecho que se adhieran a la Convención. También insto a todos los gobiernos a que la apliquen plenamente y exijan responsabilidades a los perpetradores.
La prevención, sin embargo, es una tarea colectiva. Implica educar a las nuevas generaciones sobre las raíces del genocidio —el discurso de odio, la desigualdad y la desinformación— y actuar ante las se?ales tempranas. Los líderes comunitarios, la sociedad civil y los medios de comunicación, incluidos los medios sociales, tienen el deber moral de actuar.
Al mostrar nuestra unidad ante este crimen atroz, honramos a sus víctimas y supervivientes, y defendemos la promesa más básica de la comunidad internacional: el derecho de todas las personas a vivir con seguridad, dignidad y en paz.
Los Estados tienen la obligación primordial de prevenir y castigar el genocidio (...). También insto a todos los gobiernos a que la apliquen plenamente y exijan responsabilidades a los perpetradores.
António Guterres, Secretario General de la ONU