Hace casi tres décadas, el mundo tomó medidas decisivas para poner fin a las explosiones de ensayos nucleares. Esas acciones cambiaron el curso de la historia. Donde antes la tierra temblaba con alarmante regularidad, hoy estos eventos son poco frecuentes, lo que demuestra la fuerza de nuestra determinación colectiva. El 29 de agosto, Día Internacional contra los Ensayos Nucleares (IDANT), reafirmamos nuestro compromiso de priorizar la no proliferación y el desarme, y de garantizar que nadie vuelva a vivir a la sombra de una explosión nuclear.
Nunca olvidaré estar en la zona cero de Semipalatinsk, Kazajistán, un lugar marcado por más de 450 pruebas nucleares, cuyo cierre también conmemoramos este día. Sentí todo el peso de esa historia, un recordatorio aleccionador de lo que la comunidad internacional no debe permitir que vuelva a ocurrir.
En el apogeo de la Guerra Fría, este tipo de pruebas se realizaban casi semanalmente. No solo representaban un grave riesgo para la paz y la seguridad mundiales, sino que también tenían un impacto duradero en la salud pública y el medio ambiente.
El se abrió a la firma en 1996 tras a?os de decidido esfuerzo multilateral. Reflejó la fuerza combinada de la voluntad diplomática y el progreso científico. Al prohibir las explosiones de ensayo nuclear realizadas por cualquier persona, en cualquier lugar y en cualquier momento, el Tratado transformó décadas de aspiración en un compromiso compartido. Se?aló que las naciones del mundo estaban listas para pasar página histórica.
De más de 2.000 pruebas a menos de una docena
Antes de que se abriera a la firma el TPCE se habían realizado más de 2.000 ensayos nucleares en todo el mundo. Desde 1996, esa cifra se ha reducido a menos de una docena. Esta drástica disminución no es casual. Refleja la solidez de la norma creada por nuestro Tratado y la importancia que la comunidad internacional otorga a la prevención de cualquier retorno a los ensayos.
El Tratado ya es un éxito demostrado. Ha puesto fin a casi todos los ensayos nucleares, imponiendo fuertes restricciones al desarrollo de nuevas armas nucleares y al avance de los dise?os existentes, a la vez que fomenta una firme expectativa internacional de que los ensayos deben quedarse en el pasado. Su entrada en vigor se construirá sobre este fundamento, brindándonos la gama completa de medidas de verificación, incluidas las inspecciones in situ, para reforzar aún más los logros ya alcanzados.
El poder de la verificación
El éxito del Tratado reside en la ciencia al servicio de la diplomacia. Su Sistema Internacional de Vigilancia (SIV), que ya opera con más de 300 estaciones y laboratorios en más de 90 países, utiliza tecnologías sísmicas, hidroacústicas, infrasónicas y de radionúclidos para detectar cualquier explosión nuclear. Los datos de esta red se transmiten al Centro Internacional de Datos de Viena, donde se procesan las 24 horas al día y se ponen a disposición de todos los Estados signatarios.
Esta transparencia genera confianza. Todos los Estados se basan en la misma información objetiva para evaluar la adhesión al Tratado y determinar si se ha realizado un ensayo nuclear. Incluso los países que aún no han ratificado el Tratado albergan instalaciones y se benefician de los datos. Esta participación refleja el valor y la credibilidad que las naciones otorgan a un sistema construido mediante la cooperación global.

Estos beneficios se extienden mucho más allá de la paz y la seguridad: los datos del SIV contribuyen a los sistemas de alerta de tsunamis, respaldan la respuesta a desastres y ayudan a avanzar en la investigación y la comprensión científica que nos benefician a todos.
Manteniéndose firme en tiempos difíciles
El clima internacional actual se caracteriza por un aumento de las tensiones y una dinámica geopolítica cambiante. Sin embargo, la situación deja poco margen de duda: los ensayos nucleares se han detenido casi por completo y los Estados siguen apoyando y utilizando el sistema de verificación. Esto refleja la opinión casi universal de que los ensayos nucleares no tienen cabida en el siglo XXI.
IDANT nos recuerda que el cambio ocurre cuando las personas comprenden su importancia. Las comunidades afectadas por pruebas anteriores tienen voces que merecen ser escuchadas. Diplomáticos, científicos, educadores y defensores de la juventud ayudan a convertir el recuerdo en prevención. Su labor fortalece una cultura de responsabilidad que mantiene el silencio que esperamos de los centros de pruebas nucleares de todo el mundo.
Acercándonos a los 30 a?os y renovando nuestro compromiso
Al conmemorar el Día Internacional contra los Ensayos Nucleares, nos acercamos también a otro hito. En 2026 se cumplirán 30 a?os desde que se abrió a la firma el Tratado de Prohibición Completa de los Ensayos Nucleares. Los aniversarios invitan a la reflexión, no solo sobre los logros alcanzados, sino también sobre el trabajo que queda por delante.
Nuestro Tratado ya ha tenido un profundo impacto. Las explosiones de ensayos nucleares se han vuelto extremadamente raras, y el régimen de verificación opera con alcance y confianza globales. Esperamos con ansias el día en que el Tratado entre en vigor, lo que permitirá el despliegue de todos los elementos del régimen de verificación.
Para lograrlo, los Estados restantes deberán dar el paso final. Tienen la oportunidad de contribuir a completar lo que se inició hace casi tres décadas. Su decisión de ratificar el Tratado reforzaría un compromiso que ya ha demostrado su eficacia y apoyaría un sistema que beneficia a todas las regiones.
Este Día Internacional nos recuerda que la ausencia de explosiones de ensayos nucleares no es casualidad. Es el resultado de décadas de dedicación y colaboración. Sigamos defendiendo este logro.
En un mundo ruidoso, el progreso puede parecer insignificante. Que la medida de nuestra vigilancia sea el silencio en los centros de las pruebas nucleares, en todas partes, para siempre.
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