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El mantenimiento de la paz es rentable, pero debe adaptarse a la nueva realidad

Poco despu¨¦s, esa misma semana, dos cascos azules murieron en la Rep¨²blica Centroafricana, donde trabajaban para evitar que los enfrentamientos violentos entre las comunidades desembocaran en asesinatos en masa. El personal de mantenimiento de la paz de las Naciones Unidas vive situaciones de peligro todos los d¨ªas, entre grupos armados que tratan de matarse unos a otros u hostigar a los civiles.

           Durante los ¨²ltimos 70 a?os, gracias a las operaciones de mantenimiento de la paz de las Naciones Unidas, se han salvado y mejorado innumerables vidas; un n¨²mero incalculable de familias devastadas por la guerra ha podido empezar de nuevo. En estudios independientes se ha demostrado el valor de las operaciones de mantenimiento de la paz: impiden la propagaci¨®n de la violencia y, generalmente, reducen las muertes de civiles en m¨¢s de un 90%, en comparaci¨®n con las cifras anteriores al despliegue.

           Tambi¨¦n sabemos que el mantenimiento de la paz es rentable. El presupuesto de mantenimiento de la paz de las Naciones Unidas es menos de la mitad del 1% del gasto militar mundial, y se reparte entre los 193 Estados Miembros de las Naciones Unidas. En los Estados Unidos de Am¨¦rica se han hecho estudios que demuestran que las misiones de mantenimiento de la paz de las Naciones Unidas son aproximadamente 8 veces m¨¢s rentables que las actuaciones individuales estadounidenses. Los beneficios de esa inversi¨®n se multiplican si tenemos en cuenta el crecimiento econ¨®mico y la prosperidad que se derivan de un aumento de la estabilidad y la seguridad tras el ¨¦xito de las misiones de mantenimiento de la paz.

           En nuestro mundo interconectado, la aparici¨®n del terrorismo global supone que la inestabilidad en cualquier punto es una amenaza en todo el planeta. Las operaciones de mantenimiento de la paz de las Naciones Unidas est¨¢n a la vanguardia de nuestros esfuerzos por evitar la aparici¨®n de regiones sin ley que puedan propiciar la inseguridad, la delincuencia transnacional y el extremismo. Son una inversi¨®n en la paz, la seguridad y la prosperidad mundiales.

           Nuestras misiones han contribuido a un legado de estabilidad, desarrollo y crecimiento econ¨®mico desde El Salvador hasta Namibia, y desde Mozambique hasta Camboya. Cincuenta y cuatro misiones han concluido sus mandatos y se han clausurado; en los pr¨®ximos meses se sumar¨¢n otras dos, en Liberia y C?te d' Ivoire.

           Si bien debemos admitir que los esfuerzos de mantenimiento de la paz de las Naciones Unidas tienen problemas y limitaciones, tambi¨¦n debemos reconocer los ¨¦xitos de nuestra misi¨®n en favor de la paz.

           Hace dos a?os, cuando las fuerzas de mantenimiento de la paz llegaron a la Rep¨²blica Centroafricana, gravitaba sobre el pa¨ªs la amenaza del genocidio. Hoy, ese pa¨ªs ha elegido un nuevo Gobierno en un proceso pac¨ªfico y democr¨¢tico y lucha por avanzar en pos de la paz y la estabilidad, el desarme y el estado de derecho. Nuestra misi¨®n, la MINUSCA, ofrece un apoyo crucial para reducir el riesgo que suponen los grupos armados, pese a lo cual la situaci¨®n es a¨²n muy compleja. Resulta pavoroso imaginar cu¨¢l habr¨ªa sido el tr¨¢gico desenlace si las fuerzas de mantenimiento de la paz no hubieran estado presentes.

           En Sud¨¢n del Sur, las fuerzas de mantenimiento de la paz de las Naciones Unidas dan refugio a m¨¢s de 200.000 civiles que huyeron de sus hogares, destruidos en los combates. Ahora, con la hambruna cerni¨¦ndose sobre el pa¨ªs, el personal de mantenimiento de la paz ofrecen la seguridad que necesitan los organismos humanitarios para facilitar una asistencia vital.

           La paz en el mundo, como concepto, puede parecer algo muy abstracto, pero la paz sobre el terreno depende de una labor tremendamente sacrificada que se prolonga un d¨ªa tras otro, en unas circunstancias tan dif¨ªciles como peligrosas. El mundo conf¨ªa en el personal de mantenimiento de la paz de las Naciones Unidas, que est¨¢ presente donde nadie m¨¢s puede ni quiere estar, pese a los numerosos obst¨¢culos que se le oponen.

           En las operaciones de paz de las Naciones Unidas encontramos con harta frecuencia una brecha entre nuestros objetivos y los medios que tienen para llevarlos a efecto. En muchas ocasiones desplegamos fuerzas de mantenimiento de la paz en zonas donde las partes en conflicto muestran un exiguo compromiso con la paz. De hecho, cada vez es m¨¢s frecuente que nuestras misiones sean objetivo de los ataques de las partes en conflicto y de los extremistas violentos.

           Estas nuevas circunstancias exigen una seria reforma estrat¨¦gica de nuestra parte, fundamentada en un an¨¢lisis de los mandatos, de la capacidad de nuestras misiones y de nuestras alianzas con los Gobiernos y otros actores. Tenemos que adaptar las operaciones de paz al peligroso y complejo entorno que se plantea hoy d¨ªa.

           Hemos introducido ya algunas reformas que han reducido sustancialmente los gastos y nos han dado m¨¢s flexibilidad para desplegar fuerzas de mantenimiento de la paz en plazos m¨¢s cortos, pero queda mucho por hacer. Tengo la determinaci¨®n de trabajar con los Gobiernos, las organizaciones regionales y otros asociados para velar por que las operaciones de mantenimiento de la paz cuenten con los instrumentos y reglamentos que necesiten.

           En los ¨²ltimos a?os, la reputaci¨®n de las misiones de mantenimiento de la paz de las Naciones Unidas se ha visto empa?ada por casos lamentables de explotaci¨®n y abusos sexuales que constituyen una violaci¨®n denigrante de todos nuestros valores. Todo el sistema de las Naciones Unidas considera prioritario erradicar esta lacra. He presentado un plan a todos los Estados Miembros cuyo objetivo es acabar con la impunidad, y en virtud del cual se crear¨¢n puestos de defensores de los derechos de las v¨ªctimas, tanto en nuestras misiones de mantenimiento de la paz como en las oficinas de las Naciones Unidas. Tengo la intenci¨®n de hacer part¨ªcipes en esta iniciativa a los l¨ªderes mundiales.

           Cuando se pregunta a la gente de todo el mundo, desde Nueva York hasta Nueva Delhi, desde El Cairo hasta Ciudad del Cabo, por sus prioridades, la respuesta es siempre la misma: quieren seguridad y tranquilidad, quieren criar a sus hijos en paz y darles la educaci¨®n y las oportunidades que necesitan para labrarse un futuro.

                Las fuerzas de mantenimiento de la paz de las Naciones Unidas son uno de los instrumentos de que disponemos para contribuir a esa aspiraci¨®n universal y procurar que el mundo sea m¨¢s seguro para todos.