ÉñÂíÎçÒ¹¸£ÀûÍø

Las armas nucleares no son un problema del ayer, sino que siguen siendo una amenaza presente y creciente

Nos encontramos en tiempos preocupantes. La crisis clim¨¢tica, las ostensibles desigualdades, los conflictos sangrientos, las transgresiones de los derechos humanos y la devastaci¨®n individual y econ¨®mica que ha tra¨ªdo consigo la pandemia de COVID-19 han creado en nuestro mundo m¨¢s tensiones de las que he visto en toda mi vida.

Sin embargo, la amenaza existencial que ensombreci¨® la primera mitad de mi vida ya no recibe la atenci¨®n que deber¨ªa. Las armas nucleares han desaparecido de los titulares y de los guiones de Hollywood, aunque el peligro que representan es tan grande como siempre y crece a?o tras a?o. No hace falta m¨¢s que un malentendido o un error de c¨¢lculo para desencadenar el exterminio nuclear ¨C una espada de Damocles que conllevar¨ªa no solo muerte y sufrimiento a una escala horrorosa, sino el final de la vida en la Tierra.

Merced a una combinaci¨®n de buena suerte y buen juicio, nadie ha empleado armas nucleares desde que incineraron Hiroshima y Nagasaki, en 1945. Pero con m¨¢s de 13.000 armas nucleares en los arsenales de todo el mundo, ?cu¨¢nto nos puede durar la buena suerte? La pandemia de COVID-19 nos ha hecho m¨¢s conscientes de las consecuencias catastr¨®ficas que pueden derivarse de un acontecimiento poco probable.

Al terminar la Guerra Fr¨ªa, los arsenales nucleares se redujeron dr¨¢sticamente e incluso se eliminaron. Hubo regiones enteras que se declararon libres de armas nucleares. Surgi¨® un sentimiento generalizado y profundo de rechazo a las pruebas nucleares. Como Primer Ministro de mi pa¨ªs, orden¨¦ que Portugal votara por primera vez en contra de la reanudaci¨®n de las pruebas nucleares en el Pac¨ªfico.

Pero el fin de la Guerra Fr¨ªa tambi¨¦n nos dej¨® una peligrosa falacia: que la amenaza de una guerra nuclear era cosa del pasado.

Nada m¨¢s lejos de la realidad. Esas armas no son un problema del ayer, sino que siguen siendo una amenaza presente y creciente.

Hoy corremos m¨¢s riesgo de que se empleen armas nucleares que en todo el per¨ªodo transcurrido desde la era de los simulacros y los refugios at¨®micos de la Guerra Fr¨ªa.

Las relaciones actuales de ciertos pa¨ªses que poseen armas nucleares se definen por la desconfianza y la competencia. El di¨¢logo, en general, brilla por su ausencia. La transparencia se debilita y las armas nucleares van cobrando m¨¢s y m¨¢s importancia a medida que las estrategias de seguridad nacional van hallando nuevos contextos en los que cabr¨ªa utilizarlas.

Mientras tanto, los avances tecnol¨®gicos y la aparici¨®n de nuevos terrenos de competencia en el ciberespacio y en el espacio exterior han puesto de relieve las vulnerabilidades y el riesgo de una escalada nuclear. No tenemos redes ni instrumentos internacionales que puedan abordar estos nuevos acontecimientos. En este orden mundial multipolar, eso significa que las crisis regionales con un trasfondo nuclear podr¨ªan atraer a otros pa¨ªses con armas nucleares.

El panorama nuclear es como la yesca: un accidente o un error de c¨¢lculo pueden hacer que salte la chispa.

Nuestra gran esperanza para dar marcha atr¨¢s y alejar al mundo del cataclismo nuclear es el Tratado sobre la No Proliferaci¨®n de las Armas Nucleares, m¨¢s conocido como TNP, que data de los a?os m¨¢s duros de la Guerra Fr¨ªa, en 1970.

El TNP es uno de los motivos principales por los que no se han empleado armas nucleares desde 1945: en ¨¦l se establecen compromisos jur¨ªdicamente vinculantes para lograr el desarme nuclear, y esos compromisos incluyen a los cinco grandes pa¨ªses poseedores de armas nucleares. Tambi¨¦n es un catalizador para el desarme: es la ¨²nica forma de eliminar esas horrendas armas de una vez para siempre.

Los 191 pa¨ªses que han suscrito el TNP, que representan pr¨¢cticamente al mundo entero, se han comprometido a no adquirir ni desarrollar armas nucleares. El Organismo Internacional de Energ¨ªa At¨®mica se encarga de supervisar y hacer cumplir esos compromisos.

Dentro de un mes, los pa¨ªses que son miembros del TNP se reunir¨¢n en su conferencia ordinaria quinquenal para analizar la evoluci¨®n del Tratado.

Es posible que cualquier otra conferencia de las Naciones Unidas con cualquier otra sigla no llegue a ser noticia, pero el TNP es fundamental para la seguridad y la prosperidad de todos los pueblos de la Tierra.

Tenemos que aprovechar la oportunidad que nos brinda la Conferencia de Examen del TNP en enero para revertir esas peligrosas tendencias crecientes y acabar con la sombra que proyectan esas armas inhumanas.

La conferencia de examen debe adoptar medidas decisivas en seis frentes:

  • Definir la direcci¨®n que debe seguir el desarme nuclear.
  • Acordar nuevas medidas de transparencia y de di¨¢logo para reducir el riesgo de una guerra nuclear.
  • Abordar las crisis nucleares latentes en Oriente Medio y en Asia.
  • Tomar medidas para reforzar los marcos mundiales que sustentan la no proliferaci¨®n, incluido el OIEA.
  • Promover el empleo pac¨ªfico de la tecnolog¨ªa nuclear con fines m¨¦dicos y otros fines, que es uno de los motivos por los que el TNP se ha granjeado el apoyo de los Estados no poseedores de armas nucleares.
  • Y recordar a los pueblos del mundo, y en particular a la juventud, que eliminar las armas nucleares es la ¨²nica forma de asegurarnos de que no se llegar¨¢n a emplear jam¨¢s.

Ruego encarecidamente a los Gobiernos que acudan a la Conferencia con un talante solidario, flexible y de di¨¢logo sincero.

Lo que suceda en las salas de negociaci¨®n del NPT en enero nos concierne a todos, porque el empleo de las armas nucleares nos afectar¨ªa a todos.

La fragilidad de nuestro mundo nunca ha sido tan evidente.

Espero que todos los pueblos presionen a los Gobiernos para que se alejen del abismo y construyan un mundo m¨¢s seguro para todos, un mundo sin armas nucleares.

via: Nezavissima?a Gazeta